1948 El Arte del Cantinero (Mixellany)
la energía, y es el fuego mismo tomando cuerpo y alimentán- dose de su propia sustancia. El soma reemplazado en Occi- dente por el vino y en el norte por la cerveza» hacían el mis- mo papel entre las materias vegetales. Es un licor alcohóli- co: el zumo de la esclepia acida» fermentada durante tres días, cambiándose en un líquido espirituoso que, derramado en el fuego, hacía salir llamas resplandecientes. Bebido por los hombres» les procuraba un calor interno que acrecentaba la energía e inflamaba el valor. El soma fue, pues» cómodamen- te adaptado como el tipo vegetal de los alimentos líquidos y de las materias combustibles, es decir, como un perfecto re- ceptáculo de fuego y un profundo símbolo de la vida. "Desde las épocas más antiguas —sigue diciendo el mis- mo autor— el fuego no ha cesado de estar encendido en los altares y de representar a la vista la imagen de la vida y del pensamiento. En los tiempos primordiales y aún en muchos himnos del Veda» el fuego no hace siempre el mismo papel simbólico; pero a medida que la religión fue más espiritual, ese papel se aumenta. En nosotros el fuego que arde en los altares y que se renueva cada año en tiempo de Pascuas: el cirio» el vino» el aceite de ciertas ceremonias» no son más que símbolos de una metafísica profunda, más o menos interpre- tadas por ios doctores» y cuyas fórmulas están interpretadas en los rituales". No ofrece duda; los licores y los vinos son un símbolo sagrado de las religiones y de la misma vida» de los cuales han partido todas las ciencias» todas las filosofías y en los que se han fundamentado todas las ideas religiosos cultas y sabias. Empero, tenemos algo más que dar a conocer a nuestros lectores. En los mismos himnos Vedas transcriptos por el propio autor Emilio Burnouf en "La Ciencia de las Religiones", encontramos: "Hay una planta cuya savia se nutre del rocío de la noche bajo los rayos de la luna, y qué» maaura por el sol cuyos fuegos concentra, produce a los hombres un jugo sabroso; primero dulce; luego clarificado por la fermentación y por fin, lleno de una materia innata combustible, de un ver- dadero espíritu de vida. Consumido por el fuego da un ardor y llamas sorprendentes; consumido por el hombre, hace a su alma ardiente y llena su cuerpo de nuevo vigor. Esta planta ha variado según las latitudes; en la India es una asclepiadea, que se llama soma; en el Asia central de los Medo-Persas» lleva el nombre de hasma; en Occidente es la viña. Dada a los hombres por una gracia divina, este arbusto ha sido traí- do por un pájaro celeste llamado cyena (el gavilán); y fue en una de sus ramas, que» de un vuelo rápido hizo bajar sobre la tierra el fuego de arriba. "El jugo de esa planta ha sido el licor sagrado en todos los pueblos de los arianos. Agni reside en ella; está presen- te, aunque invisible; es lo que afirman varias veces los poe- __ in —
Digitised by Jared M Brown & Anistatia Miller, 2009
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