1964 MANUAL DEL BAR, A.M.B.A. 2° EDICIÓN

más de una tercera parte de su contenido y el rociado, o sea la sucesiva alimentación, no puede practicarse más de dos veces al año, que si así no fuera, al ser alimentada la solera por vinos sin estacionamiento, ésta terminaría por perder todas sus virtudes y cualidades. Lo que acon– tece, nos permite aclarar algo que muchos profesionales del bar interpretan erróneamente, suelen creer que son vinos de solera los jereces abocados, ligeramente dulces y algo oscuros. Asocian esta idea a la acción solar, o sea a la excesiva madurez de la uva que se emplea, que como es notorio concentra las substancias glucosas, siendo que el nombre de solera lo toma precisamente por provenir de toneles que se hallan asentados en el suelo. La clasificación de los vinos de Jerez, si se tratara de hacer por las cualidades de cada producto, sería en ex– tremo extensa, ya que no sólo son numerosas las bodegas que se precian de obtener óptimos vinos, que responden a técnicas y cuidados exclusivos, sino que la naturaleza del suelo y el clima opera cambios notables en sus ca– racterísticas. No obstante ello, a fin de ordenarlos dentro de sus características coincidentes, se han clasificado en cuatro tipos principales, a saber: fino, a?nontillado, oloroso seco y abocado. Las principales características que identifica al primer tipo son las siguientes: Color pitlido, pajizo, olor pene– trante y sabor muy seco; contiene una graduación de 15 a 17 grados. Pueden seguir dos direcciones principales: fino propiamente dicho, o s~a pálido, ligero y algo pare– cido a la manzanilla, pero conservando la calidad que

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