1980 MANUAL DEL BAR, A.M.B.A. 3° EDICIÓN

bres que lo fabrican, usando la tradicional habilidad adquirida durante siglos y transmitida de generación en generación. Creen algunos que el arte de destilar fue ll evado a Escocia por antiguos monjes cristianos. Es un hecho que los complejos de las destilerías actuales, Speyside, Islay y Kintyre fueron un día, asiento de comunidades monásticas. Durante cientos de años, la fabricación del whisky se efectuaba como una actividad marginal al huerto y muchas casas de campo de los Highlands, tenían sus primitivos alambiques de cobre para la desti lación. Al extenderse su fama y crecer la demanda, el gobier– no inglés impuso en el año 1660 un gravamen de dos peniques por galón, pero los habitantes de las tierras al tas hicieron caso omiso de ell o, porque no veían ra– zón alguna para pagar por el privilegio de fabricar su propia bebida. Durante los 150 años siguientes se legisló con fre– cuencia, con el propósito de controlar la producción del whisky, todo fue inútil, las pequeñas destilerí as esta– ban ocultas en remotas partes y se llevaba a cabo un próspero comercio de contrabando con Inglaterra, hu– bo siempre suficiente alarma por la proximidad de los odiados aduaneros y muchas de las simpáticas arti– mañas utilizadas por los destiladores ilegales y con– trabandistas para burlar Ja ley, se recuerdan todavía en el folklore escocés. El acta de 1823 señaló el prin– cipio del fin de esta era, grabando la destilación con un permiso de 10 libras e impuesto de 2 chelines y 3 peniques el galón. Al año siguiente apareció la pri– mera destilería oficial y desde ese entonces muchos destiladores con buena intuición hacia el fúturo se pusieron al lado de la ley. Hoy día existen más de

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