1948 El Arte del Cantinero (Mixellany)

El filósofo orientalista Emilio Burnouf , autor de la en- jundíosa obra "La Ciencia de las Religiones", que escribió, no para combatir ninguna religión, sino para demostrar el fondo de ciencia que tienen todas las religiones, aún aquéllas que disputamos como más absurdas, nos dice en otro lugar: í4 .. .porque se ve casi siempre a Agni —el dios del fuego de la trinidad védica— ofreciéndose él mismo en el fuego del altar, bajo la doble apariencia del pastel sagrado y del licor espirituoso del soma o como se dice, del pan y del vino.. ." Bien claro vemos aquí, también, cómo en la religión pri- mitiva de los antiguos vedas, en la que están recalcadas to- das las religiones cristianas» el soma» un licor espirituoso que elaboraban y que denominaban soma» formaba parte de los ritos sagrados de la religión Veda. Pero, continuemos» continuemos adentrándonos en estas investigaciones, que son muy ilustrativas para los llamados abstenios y para cuantos ven como enemigos del bien los vi- nos y los licores. f< Se encendió en un tiesto —dice el filósofo orientalista Emilio Burnouf en su obra citada, tomadas de los himnos del Veda escritos en Sánscrito originalmente— a la vista de los asistentes, un fuego que fue la imagen del agente universal de la vida y del pensamiento; en la ceremonia hubo el carác- ter simbólico, es decir una significación ocultada a los impíos» pero clara para los iniciados. Ese fuego estaba sacado» por el roce de dos piezas de madera que evidentemente lo ence- rraba; era su nativiciad. La débil chispa viva, llamada a me- nudo en el Veda, el pequeño niño, era llevada sobre un puña- do de hierba seca que encendía enseguida y el fuego se comu- nicaba a las ramas amontonadas en el altar; pero llegado a las ramas superiores está amenazando apagarse; entonces el sacerdote derrama en él la manteca clarificada y el soma y desde ese momento el fuego era nombrado aiat (Anjana, ak- ta, agni); desplegaba un poder soberano e iluminaba al mun- do con su esplendor. "Todos los seres eran convocados —sigue diciendo el mis- mo autor— a venir a contemplar ese espectáculo de la vida concentrada de algún modo en un pequeño espacio y desen- volviendo todas sus energías sobre el terreno de algunos pies. El lector, en efecto» notará que la manteca del sacrificio y el soma» representan aquí toda la materia animada; porque en los arios del Asia Central» la vaca era tomada por excelencia» por tipo y representante de los animales; su leche por tipo de los alimentos; la nata, y la manteca derretida o clarificada por el incienso mismo de la materia, derramada en el hogar encendido, se consume eternamente y no deja detrás de él ningún residuo; es pues, la materia animal más combustible, la que puede servir mejor de alimento al fuego y manifestar _ no — Digitised by Jared M Brown & Anista ia M ller, 2009

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