1948 El Arte del Cantinero (Mixellany)

Sería de gran conveniencia para la humanidad» que los tales alquimistas hubieran conseguido sus propósitos. Por espacio de más de mil años, investigadores pacientes se dedi- caron a esa clase de estudios para descubrir tamaño miste- rio, sin lograrlo, pero a pesar de su fracaso, fueron esos so- ñadores y brujos alquimistas, quienes descubrieron y estable- cieron las primeras bases de la química moderna. Principal- mente en las cremas con que nos solazamos después de sucu- lentas comidas en toda clase de fiestas. Los monjes y los abades de la edad media, también es- taban iniciados en esa clase de búsquedas e investigaciones. Estudiando la botánica y haciendo experimentos con toda cla- se de hierbas y plantas, se dedicaron a cultivarlas en abundan- cia y a emplearlas en estados diversos para la curación de determinadas dolencias humanas. En esos experimentos lle- góse a poner en maceración con aguardientes, plantas aro- máticas con propiedades medicinales. Cuéntase, que los primeros que se destacaron en esta cla- se de preparaciones, fueron los monjes de San Bernardo, quie- nes agregaban al aguardiente que elaboraban, esa clase de plantas aromáticas y medicinales, a fin de que los perros que tenían amaestrados pudieran llevar en auxilio de los que se extraviaban por las montañas cubiertas de nieve, no sólo el licor que les diese calor y fuerza, para resistir toda clase de sacrificios y poder realizar toda clase de esfuerzos para sal- var sus vidas, sino el tónico medicinal y la infusión aromática que les hiciese agradable al paladar los tragos que se les invi- taba a tomar por los nobles y protectores perros de San Bernardo. Célebre en los monjes de esos tiempos que se dedicaban a esa clase de investigaciones y estudios, que pudiéramos lla- mar químicos, ha sido don Bernardo Vincelli, perteneciente a la comunidad de San Benedicto» que habitaba en una Abadía o Convento en Feeamp, en las costas de Normandía, cerca del Havre. Esos monjes preparaban o fabricaban una especie de licor o crema de coñac y plantas medicinales y aromáticas» al que dieron el nombre de la Orden religiosa en que milita- ban o profesaban. Ese licor fue uno de los cordiales más es- timulantes que se conoce. Encierra en sí cualidades diversas; aroma delicado, fueirza estimuladora, sabor agradabilísimo. En suma, siendo preparado a base de miel de abeja, lleva en sí el aroma de infinito número de flores que liban las abejas que fabrican la miel. El que los mortales podamos poseer en estos tiempos es- te licor tan grato, se debe a un golpe de suerte. En 1792, y durante la Revolución francesa, los buenos monjes de San Be- nedicto, fueron expulsados de sus celdas y perseguidos con dureza y ensañamiento, desapareciendo con ellos» el secreto

Digitised by Jared M Brown & Anistatia Miller, 2009

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