1948 El Arte del Cantinero (Mixellany)

de la fórmula y el alambique que poseían. A consecuencia de eso dejó de elaborarse el licor por espacio de tres cuartos de siglo. Pero un día, cuando la guerra civil Norteamericana agita- ba los espíritus de cuantos habitaban en estas regiones ultra- marinas, un caballero francés» Monsieur Le Grand» en su casa solariega, revolviendo papeles viejos de un antepasado que había sido Fiscal General de la Abadía de Fecamp» encontró, sorprendido, la fórmula secreta que había desaparecido hacía tiempo. Hombre discreto, evitó dar el espectáculo del famo- so Arquímides, que loco de entusiasmo por el descubrimien- to que había hecho, se lanzó a la calle gritando: Eureka. Hombre práctico» Monsieur Le Grand» organizó una So- ciedad Comercial y patentizándola, aseguró contra posibles imitaciones, la fórmula de su descubrimiento. Y, hoy, el Be- nedictine, es secularmente manufacturado en una destilería en Fecamp» siendo el edificio en que está radicada la misma, una revivencia del monasterio desaparecido. En otra parte de Francia, donde está radicado el cuartel general de los Cartesianos, oculto entre las montañas de Gre- noble, dióse a la luz el no menos famoso cordial que conoce- mos por Chartreuse. La fórmula rudimentaria de esta crema» había sido ideada y muy estimada por la familia d'Estrés» en el tiempo en que la famosa Gabriela d*Estrés se enamoraba del rey Enrique de Navarra» produciendo un gran revuelo so- cial. Si fue ese elíxir el que dio motivo a tan trascendente suceso» y si como la poción que unió a los famosos Tristán e Isolda» fue origen a amores tan trascendentales» ese licor, co- mo los señalados, no lo sabemos, pero si es cierto, que ocho años después de la muerte de Gabriela d*Estrés» el Mariscal d'Estrés, entregó la fórmula de la elaboración de ese licor misterioso» a los padres Chartreuses, de París, quienes, reci- biéndola, la trasladaron a su cuartel general para que allí hi- cieran de ella lo que consideraran más conveniente. Los Je- fes de esa Orden religiosa» recibieron con agrado tal obsequio» y con empeño, dedicáronse a elaborar el tal elíxir, haciendo toda clase de esfuerzos por mejorarlo. Por espacio de varias centurias» ese misterioso licor, fue ignorado fuera del cuartel general de los cartujos de Grenoble. Un personaje inglés muy destacado» autor» viajero y acau- dalado, que se llamaba William Beecford y de quien Loíd Byron dijo que era el hijo más rico de Inglaterra» fue obse- quiado, a propósito de una visita que hizo al referido Monas- terio en 1778, con una copa de esa crema» que nunca había oído mencionar en parte alguna. Escalando una escarpada loma por la que se subía al Monasterio y sintiéndose fatigado por el calor, se vio sorpren- dido cuando uno de los padres» sin hablar una sola palabra»

Digitised by Jared M Brown & An statia Miller, 2009

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