1980 MANUAL DEL BAR, A.M.B.A. 3° EDICIÓN

ción y parece que entreviera el porven ir reservado a este ramo de la actividad humana. Sus trabajos pueden considerarse como una transi– ción, entre los de les alquimistas y el arte industrial propiamente dicho. Desde la primera mitad de su siglo, se propagó E.l gusto de las bebidas fermentadas bajo el imperio de influencias diversas, se difundieron entre el vulgo los procedimientos de destilación y pronto en algunas regiones se vieron nacer destilerías. La desti lación ocupó un puesto entre las industrias y su import2ncia creciente llamó la atención de los gobiernos, que consideraron desde entonces el alcoiT'ol, como un producto de consumo eminentemente impo– nible. La destilación sólo se aplicó al principio en Francia, a la obtención ~el alcohol de vino para la fab ricación de aguardientes y licores; más tarde los países menos favorecidos desde el punto de vista de la riqueza viti– vinícola, fabricaron aguardientes (por otra parte muy estimados), valiéndose de diversas materias azucafa– das y fecu lentas. Después de la invasión ele los viñedos por Ja "filoxe– ra", el vino adquirió un valor comercial muy elevado, que no permite destilarl o más que en los países, en que la reputació11 universal de sus aguardientes, aseguran al comerciante un precio remunerador. Tal el caso de los aguardientes de Cognac y Armañac. Hubo pues la necesidad de reemplazar la falta de alcoholes de vino, con los industriales y pedir a las materias sacarinas y farináceas, 10 necesario para ll enar provisionalmente las necesidades del consumo, mientras durara la re~ constitución de los viñedos.

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