1948 El Arte del Cantinero (Mixellany)
físico y moral» cansancio, inquietud, debilidad, inapetencia, pérdidas de la memoria» depresión intelectual» temores infun- dados, seguido del acceso, que como dice el Dr. Víctor Delfi- no: "la cara se pone roja y turgente; los ojos, salientes de sus órbitas» se vuelven brillantes y huraños» y la fisonomía alte- rada se crispa con la extraña expresión del asombro» del es- panto, de la inquietud o del terror. Todos los músculos del rostro, lo mismo que los labios y la lengua, se agitan desorde- nadamente, sacudidos por la violencia del paroxismo, y la voz, breve y entrecortada» tiene un acento imperioso... La exal- tación sube de grado y el enfermo grita, vocifera, y» presa de alucinaciones terroríficas» corre de un lado para otro» se debate con seres imaginarios que le persiguen y amenazan» y en su furor quiebra todos los objetos que tiene al alcance de su mano. . . Otras veces» cuando el acceso no lia sido tan violento» el delirio es tranquilo» aunque no menos animado. El enfermo habla con mucha volubilidad con las personas que lo rodean o con los ausentes; las palabras se precipitan con una rapidez inconcebible; mil trabajos lo ocupan en su labor imaginaria; va y viene» imparte órdenes, toma resoluciones» etc. Los signos sintomáticos de estos estados son la anorexia absoluta, sed excesiva» lengua húmeda y saburral» y con más frecuencia» seca y roja; regurgitaciones y vómitos biliosos; orinas rojas y concentradas con mucho sedimento» y excep- cionalmente con albúmina; la piel cúbrese con sudores vis- cosos y el pulso fluctúa entre los 148 y los 160, con poca ele- vación térmica, como dice el Dr. Víctor Delfino. Etos esta- dos duran de dos a seis días y terminan con un sueño pro- fundo, sin que el enfermo rememore cosa alguna de lo que le ha ocurrido. Son poco fatales estos casos, salvo cuando vie- nen otras complicaciones. Y cuando los bebedores son inve- terados, se reproducen esos ataques hasta que viene la locu- ra y sucumben con una parálisis general. Por lo regular, los alcohólicos crónicos se convierten en dipsómanos» que sienten una pasión irresistible por ingerir alco- hol, llegando a tomarlo en todas sus formas, y para conse- guirlo» realizan hasta las más degradantes humillaciones. En este estado alcohólico ya, truécanse en inquietos» desconten- tos» gruñones, pendencieros y malos» llegando hasta la ejecu- ción de actos absurdos, Y si encuentran oposición o resisten- cia a sus propósitos, no los detiene la realización de los crí- menes más espantosos y repugnantes. Satisfechos sus impe- rativos deseos, se tranquilizan por un breve tiempo y recupe- ran la alegría; pero tras un breve descanso» vense acosados de nuevo por un ansia inagotable que sienten de embriagarse. Considérase al alcoholismo crónico, como geierador, tam- bién» de la neurastenia, la epilepsia, la neuritis degenerativa, Digitised by Jared M Brown & Anistatia Miller, 2009
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