1948 El Arte del Cantinero (Mixellany)
mataiente dos highballs sin ningún riesgo» pero no siempre: si toma el alcohol puro en lugar de diluido, o si bebe con el estómago vacío, su tolerancia se modifica radicalmente. "Edad, sexo, alimento, previas incontinencias» son facto- res importantes que modifican la cantidad de licor que se pue- de absorber, y a pesar de las dificultades que ello representa, vale la pena hacer un esfuerzo y averiguar dónde está, para nosotros, la línea divisoria entre beber y emborracharse. "Es muy conveniente hacerse el propósito de regular el hábito de beber. Una simple ojeada a los estudios médicos, indica que no existe prueba alguna de que el uso modelado del alcohol acorte la vida, sino que» por el contrario, para los hombres de edad avanzada, es altamente beneficioso. El abu- so» en cambio, aunque no siempre, puede producir gravísimos trastornos. "Resumiendo las opciones médicas podemos llegar a de- finir la moderación en el uso del alcohol» del siguiente modo: "Un adulto puede beber de 30 a 40 centímetros cúbicos de alcohol cada 24 horas, sin daño inmediato ni ulterior. Es- to equivale a unos 90 centímetros cúbicos de whisky, gine- bra u otro licor fuerte; aproximadamente un par de highballs, media botella de vino o un litro de cerveza. "Antes de cumplir los 30 años, la mujer es bastante re- sistente para soportar frecuentes libaciones y se necesitan de seis a diez años de beber fuerte, para llegar a un nivel apre- ciable de alcoholización. Un inveterado alcohólico que tenga menos de treinta y cinco años y no haya más que siete que está entregado a la bebida, puede salvarse fácilmente. Si tie- ne más de 40 años y hace doce o quince que bebe más de la cuenta» su curación es mucho más difícil y problemática. "Ningún doctor puede darnos una receta para la mode- ración en la bebida, por lo que cada uno tiene la que corres- ponde a cada organismo. "Para encontrarla, debemos someternos a un examen y observar en nosotros la aparición de ios síntomas revelado- res. Podemos estar seguros de haber bebido por lo menos una copa de más, y posiblemente valias: cuando la palabra se vuelve un poco torpe y se ve con placer un sillón donde sen- tarse; cuando nos sorprende no haber apreciado nunca el in- genio y el sentido común de una persona que habíamos con- siderado siempre como de una pesadez insoportable; cuando pasamos de un estado de bienestar y de sociabilidad, a esta- dos emocionales: sentimental, lacrimoso, argumentativo y pu- gilístico; cuando al día siguiente, por la mañana, nos duele la cabeza.
Digitised by Jared M Brown & Anistatia Miller, 2009
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