1948 El Arte del Cantinero (Mixellany)

"Cualquiera de estos síntomas —sostiene Donald G. Coo- ley— indica, sin lugar a dudas, que la línea fatal ha salido de la botella y está dentro de nuestro cuerpo. "Un buen procedimiento para averiguar en qué momento debemos detenernos, consiste en contar los cock-tails que to- mamos en las sucesivas fiestas a que asistamos en una no- che y» en la próxima ocasión, reducir por lo menos uno, y así» sucesivamente, hasta la desaparición de los síntomas. Así sabemos el número de copas a partir del cual empieza el al- cohol a causarnos daño. Será tal vez la segunda, quizás la cuarta, y en el caso de que no podamos llevar esta cuenta, es indudable que con la primera basta. € Algunos impertérritos bebedores suelen escudarse detrás de la excesiva generosidad de su anfitrión. Por lo general, la persona que organiza una fiesta o recibe a unos amigos, no quieie dar la impresión de que economiza sus licores. Es víc- tima de. las tradiciones de la hospitalidad y éstas le obligan a llenar las copas tan pronto como se vacían, y, si alguien le dice que no quiere más, se figura que es una simple manifes- tación de cortesía y un cumplido. Es inaceptable mencionar una prescripción médica y de muy mala educación poner el vaso al revés; peí o, en cambio, nos queda el recurso de la as- tucia: el anfitrión puede llenar nuestia copa, pero no puede obligarnos a beber su contenido. Un higliball puede durar to- da la noche. Nadie vuelve a llenar un vaso que no está vacío. "Por eso conviene emplear los varios medios ingeniosos que existen para defenderse contra uno mismo o (en casos más raros) contra cualquier persona que insista en hacemos beber. No hay necesidad alguna de causar molestias y es- tropear una fiesta tremolando la bandera de "no beberé ni una gota de licor", que es lo que representa negarse siste- máticamente a beber una copa y rehusar las insistencias del anfitrión. En lugar de esto que puede molestar a los demás, lo mejor es adoptar una actitud más tolerable y refugiarse en uno de los siguientes sistemas de defensa; "Primero.-—La defensa de la comida. "Ésta es indudablemente la mejor. Comer dismbuiye el deseo del alcohol; especialmente si comemos cosas dulces y azucaradas. El aumento de azúcar en la sangre que sigue casi inmediatamente a la comida, no sólo disminuye las ganas de beber, sino que neutraliza los efectos del alcohol» si lo to- mamos. Si pasan bandejas con dulces y pastelillos, debe de- jarse a mi lado los que están hechos de anchoas y sustancias saladas que naturalmente nos darán sed» y elegir en (anibio, de preferencia» los que contengan queso, alimento rico en pro- teínas, que nos protegerá contra la degeneración grasosa del hígado.

Digitised by Jared M Brow & Anistatia Miller, 2009

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