1948 El Arte del Cantinero (Mixellany)

perfecto "Martini, seco o dulce» o cualquier otra clase de coc- tel familiar, lo mismo en Manila, en Yokoliama, en Hong Kong, que en Berlín» Roma» París y Barcelona, Aunque se sabe que el coctel es indudablemente una crea- ción norteamericana, la fecha de su primera aparición se en- cuentra oscurecida por anécdotas y fantasías de todas clases. Por ejemplo, una historia que se corría por el Oriente: —"¿Un eoek-tail?"—, el Mandarín, repitió» mirando de reojo a la bebida, porque le resultaba sospechosa. t£ —Sí— contestaba su anfitrión» el representante de la Standard Oil, en Hong Kong. **¿Y por qué ese nombre de cock-tail, mi buen amigo 9 " El norteamericano movió la cabeza y le dijo: —"Tómelo y se encontrará las plumas del galio creciendo en usted". El Mandarín tomó perplejo el coctel» dejando en segundo término, sin embargo, la curiosidad del nombre. Todo lo que le interesaba, después de haber probado el coctel, era repetii- lo. Poco tiempo después, empezó por el lejano Oriente la de- manda de Martin¡s y Manhattans embotellados» que hizo más por americanizar a los chinos que todas las influencias diplo- máticas. Por espacio de muchos años las mujeres norteamericanas no tomaban cocteles. Vacilaban pronunciar ese nombre. En Norteamérica se hablaba de roosters y no de cocks, refirién- dose a los gallos. Todo el mundo sabe que el gallo tiene co- la y ese hecho hacía suponer, que el efecto de un coctel a to- do bebedor, le hacía ponerse en la misma actitud del gallo cuando sale del gallinero. De cualquier manera, si el coctel estaba bien hecho, hacía el milagro de estimular el apetito y despertar las energías perdidas. Pero aceptado ese preceden- te, su origen y la fecha de su nacimiento, es aún dudosa. Poseo la costumbre cuando no tengo la certeza del ori- gen de una palabra, de acudir en auxilio del primer lexicógra- fo de mi país» el doctor Frank H. Vizetelly» Jeje Redactor del Standard Dictionary, y a él sometí la definición etimológica de la palabra que deseaba conocer, Y en ese momento descu- bría que aún ese eminente etimóiogo, descubiidor de las raí- ces de las palabras, no me podía responder a la pregunta que le hacían. Pero el doctor Vizetelly fue tan generoso, que de- seando servirme, entró en la materia de lleno con grande in- terés : "El cock-tail, me contestó el doctor Vizetelly, se retro- trae, por lo menos, a los piincipios del siglo XIX. Es posible que se remonte a la época de la revolución norteamericana; posiblemente más atrás aún. Sostiene un escritor, que el

Digitised by Jared M Brown & Anistatia Miller, 2009

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