1948 El Arte del Cantinero (Mixellany)

americana de coctelería, hasta que no se concertaron la quí- mica y la lógica, tenía paco de que ufanarse con la fórmula de la mayoría de sus cocteles". La Escuela norteamericana de bebedores de los pasados tiempos, nunca fue como la de Francia; para preparar las fórmulas que circulaban por el mercado de los Bares, nunca se tuvieron presentes las reglas de la química ni las de la dietéti- ca. "La mayor parte de las mezclas norteamericanas —dice el experto escritor Albert Stevens Crockett— guardan poco res- peto a la química, tanto en la teoría, como en la aplicación''. En Francia, nos da a conocer Julián Street —citado con anterioridad enceste libro— en su libro WINES, no hace mu- cho publicado: "el arte de beber, ha sido en su sentido na- to, dirigido por las leyes de las reacciones químicas". Generaciones de peritos franceses, han establecido cuáles son las mejores vinos para consumir con ciertas comi- das; cuáles son los que estimulan el apetito y cuáles los que contribuyen a efectuar una buena digestión. Y la moderación, destacadamente señalada, ha sido usualmente el principio fundamental que los ha inspirado. Los norteamericanos, por lo regular, toman en gran par- te, por el gusto; la mayoría, por los efectos que les hacen las bebidas. Los que prefieren el efecto, aspiran a conseguirlo prontamente. "El coctel ingerido, —dice Albert Stevens— según la prác- tica general, no es absorbido lentamente, como se absorbe el vino. Sino se debe tomar en tres tragos o a lo más en cua- tro. Somos pocos los americanos de este lado del Atlántico, que teniendo un coctel delante, le busquemos bouquets o aro- mas, los cuales son, puede decirse, para los gastrónomos fran- ceses, los que no encuentran mayor encanto y emoción que impregnarse con el aroma o bouquet de los vinos y cognacs que ingieren. "A muchos americanos —dice el mismo autor— les gus- tan los cocteles compuestos con dos o más clases de cremas; esas mezclas causarían trastornos a los extranjeros que han aprendido que cualquier licor de la naturaleza de las cremas, deberá seguir, más bien que preceder, a una comida". "Las norteamericanas, —sostiene Albert Stevens, cita- do— quienes adquirieron el hábito de ingerir cocteles durante la Ley Seca, juzgan, por lo que vemos, que la extranjera pre- fiere los cocteles dulces, aunque fuertes. Ba verdad, durante el capítulo ya felizmente terminado de la historia norteame- ricana, los cocteles en las reuniones y convites aue llegaron a ser de moda, raras veces eran ofrecidos para aguzar el ape- tito de las comidas. Llegaron a ser estas reuniones de tan

Digitised by Jared M Brown & Anistatia Miller, 2009

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