1948 El Arte del Cantinero (Mixellany)
tomaban. Pero una enfermedad de los viñedos de Europa —la filoxera— que redujo unos cuantos años la producción de los vinos de calidad, dio motivo a que se generalizara el consumo de la ginebra y del wMsky y de toda la clase de aguardientes conocidos, todos de alta graduación alcohólica. Recuérdese» como decimos en otra parte de este libro, que en los países o regiones vinícolas, que se toma y bebe sin gran medida, no se conoce el alcoholismo. Aprender a tomar los vinos, saborearlos, aspirar su aro- ma, disfrutar de las emociones que despierta su colorido múl- tiple, fino, transparente, delicado; sentir los placeres que des- pierta la efervescencia de los vinos espumosos, eso es agra- dable; eso es saber vivir la vida en toda su plenitud, disfru- tarla gratamente en las horas de nuestra holganza y esparci- miento. La misma borrachera, con vino, no hace daño. El alcohol del vino se evapora en seguida» sin los trastornos fí- sicos que nos traen los aguardientes al día siguiente de nues- tras orgías. Los borrachos, raramente salen de la escuela del vino. El vino nunca traiciona a los hombres. Alegra, pe- ro no daña. La enfermedad conocida por cirrosis, que padecen todos los alcoholizados, no se conoce en los tomadores de buen vi- no, por mucho que tomen. Es» pues una etiqueta de distinción y de cultura, saber lo que tenemos que beber y tomar. Cultivar el gusto, con licores fuertes» es signo de incultu- ra, además de que es peligroso para el disfmte de la salud. Los licores de alta graduación, mezclados en los cocteles, no son menos peligrosos. Todo buen catador de cocteles de 5 e de preferir siempre aquéllos que estén preparados a base de vinos y que en su conjunto contengan menor cantidad de alcohol. Y cuando guste tomar coteles a base de brandies, ginebras y whiskies, prefiérase siempre aquéllos que sobre- salga en ellos los jugos de fruta. Bebamos, sí, peí o sepamos lo que hemos de beber para que no nos haga daño ni tengamos que arrepentimos de lo que hayamos bebido: disfrutemos» sí, de los placeres del pa- ladar, hasta que nos saciemos, pero de manera que los tales placeres no nos hagan sufrir después y nos traigan trastor- nos físicos; gocemos de la vida dándole gratas emociones y extrayendo de ella hasta la quinta esencia de todo el refina- miento» pero que sea para despertar en nosotros el bien en todas sus formas y manifestaciones.
Digitised by Jared M Brown & Anistatia Miller, 2009
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