1948 El Arte del Cantinero (Mixellany)
Ariadna, con el fin de deshonrar a su mujer. La leyenda más importante de Dionisos es la de sus amores con Ariadna, des- envueltos en la isla de Naxos. Según la tradición popular, Ariadna fue esposa de Dioni- sos» después que el infiel Teseo la abandonó. Afrodita se com- padeció de la abandonada y le prestó consuelo hasta que Dio- nisos» prendado de su belleza se unió a ella y le donó una magnífica corona de oro. Los poetas y artistas dieron vida a esa fábula, los pasajes principales fueron inmortalizados con pinturas y bajo relieves valiosos en el templo de Dionisos en Atenas, lo mismo que en vasos pintados y en gemas de alta calidad. Dionisos encontró a Ariadna dormida» con los brazos y el pecho descubierto; su cabeza reposaba sobre el brazo iz- quierdo» teniendo el derecho replegado graciosamente sobre el cuerpo. Dionisos contemplábala con arrobamiento y poseído de un éxtasis de placer y admiración. Los sátiros y bacantes, participan de sus emociones voluptuosas. Ariadna personifica la naturaleza en plena primavera. De ahí que muera en la tierra y reviva en el cielo; se duerme y despierta; es la aman- te desesperada de Teseo y la amante exaltada de Dionisos. En Naxos conócense dos Ariadnas: una, la que murió en ese lugar abandonada por el héroe ateniense; la otra, la que se desposó con Dionisos y dio vida a Estáfilos. Naxos fue cuna, también, de la fábula de una de las aven- turas más extraordinarias que se atribuyen a Dionisos. Uno de los Himnos de Hornero nos da a conocer esa aventura de esta manera: Dionisos estaba cantando a la orilla del mar; pa- recía un adolescente en la flor de la juventud; su negra cabe- llera flotaba sobre sus hombros vigorosos» que estaban cubier- tos con un manto de púrpura. De pronto» unos piratas tirre- nos que venían en lucida nave, al ver al dios, cambiaron un signo, saltaron a tierra y lo arrebatan, llevándolo en su nave. Los piratas que creían que era el hijo de uno de los reyes que criaron a Júpiter, pretendieron amarrarlo, cayendo al intentar- lo, las cuerdas de sus manos a los pies, sentándose él, son- riente y mirando fijamente a los piratas. El piloto descubrió que aquel hombre no era tal, sino un dios parecido, y les aconsejó que lo dejaran de nuevo en el Continente donde lo habían tomado» para evitar que con su cólera excitase los vientos y tempestades y les hiciese naufragar. El capitán de la nave reprimió al piloto brutalmente y le ordenó que soltase la vela de la nave» que el viento les era favorable; pensaba el capitán que el secuestrado» en alta mar» revelaría donde se encontraban sus familiares y sus riquezas. Soplaba el viento; la nave marchaba a toda vela» pero inesperadamente produjé- ronse sorprendentes prodigios. O las bulliciosas de un vivo encantador bañaron la cubierta de la nave con un perfume que embriagaba. Los piratas estupefactos, vieron cómo tre- paba por el mástil, una vid hermosa que lucía preciosos raci-
Digitised by Jared M Brown & Anistatia Miller, 2009
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