1948 El Arte del Cantinero (Mixellany)

sayos en las tierras bañadas por el Nazas y no obstante la ri- queza de unas cuantas viñas ealifornianas —hay» especial- mente, un vino generoso de tierras de Mulejé, hecho sin du- da con el mismo civilizado procedimiento que se empleara en los tiempos y en las tierras bíblicas, simplemente exquisito—; pero de impróvidos» digo» la vinicultura mexicana no ha pa- sado a mayores. En otras partes de América: Perú, Colom- bia, Ecuador, Brasil, etc.» se hace vino de uvas, y bueno; pero hacerlo» señoras y señores, como se hace en Chile, nunca jamás. "Circunstancias casi casuales: el viaje de un querido her- mano mío, si político por la ley, real y verdadero hermano por el corazón» que anduvo en tierras chilenas hace veinte o más años, y que me trajo algunas finas botellas; luego, la ve- nida a México de uno o dos recios cargamentos de vinos arau- canos; todo ello colmó mi bodega (?) con algunos centena- res de botellas de vinos de un rico "Rhin" chileno, blanco, con el sabor agridulce del verdadero Rhin, aunque quizás un poquito tendiente al Mosela, un Reisüng, suave» limpio, del tipo del vino de Alsacia del propio nombre, el cual, si menos rico que el de las riberas del Rhin, es siempre bueno para paladearlo en la buena compañía de un plato de mariscos o, más correctamente» de un buen pescado; una champaña que poco podría pediile al maravilloso licor francés —y perdonad que lo llame maravilloso; no hay en ello snobismo; el cham- paña y el vino tinto son para mí lo más rico en los frutos acendrados de la vid—; unos centenares de botellas de Viña Tarapacá, otros de Viña Lontué, de Maipo, de Santa Elena» ¡qué sé yo qué otros más!, gustados poco a poco» al correr de los años, con amigos, entre ellos algunos chilenos, o por mí y poi los míos en soledad, fueron vaciando» hasta dejarlos casi horros» los anaqueles donde apretadamente se alineaban, quedando hoy, apenas» unos cuantos de estos frascos vínicos» en espera de que» más o menos pronto, y gracias al celo con- sumado de Neruda, venga otra partida a remozar el merma- do caudal; todos estos deliciosos vinos» blancos o rojos o de champaña» me han llevado en convicción pura, a pensar, y me traen ahora a decir que los vinos chilenos son, cuando blan- cos» al estilo de los del Rhin, tan buenos como los legítimos de las viñas aledañas al famoso río a cuya vera han discurri- do tantas civilizaciones, y que tantos dolores de cabeza al propio tiempo» ha dado a los dictadores de los hombres, y a los pobres hombres que se mueven bajo los dictadores; cuando rojos» dignos» si ligeros, de la rica comarca bordalesa; si con mayor corporeidad y con más aroma —académicamen- te no quiero emplear el clásico bouquet, aunque aroma no co- rresponde precisamente a él—; nobles como los de las vi- ñas borgoñesas; si del tipo champaña, tan buenos casi como los genuinos» es decir» con su burbujante gracia, con su olor Digitised by Jared M Brown & Anistatia Miller, 2009

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